En esta vida siempre, pero siempre llega ese momento en el que los miedos que creamos en el futuro llaman a la puerta. Aquella, esa noche, un par de horas antes de encaminarme al carrete, una lamentable tortilla de fideos toda desecha y 2 huevos fue lo único que pensé que mi estómago aceptaría, no.
Mi mama me miraba mientras comía y miro mi cara, estaba pálida. Me preguntó si estaba bien y contesté que tenía ganas de vomitar no me sentía bien. Me propuso que, si no me sentía bien, quizá fuera mejor que no saliera aquella noche. Me comí otro trozo de tortilla en la boca y le dije que No.
Aquella noche tenía una cita con el destino: "tenía que parar, pensar y después hablar"
Mi mama me miraba mientras comía y miro mi cara, estaba pálida. Me preguntó si estaba bien y contesté que tenía ganas de vomitar no me sentía bien. Me propuso que, si no me sentía bien, quizá fuera mejor que no saliera aquella noche. Me comí otro trozo de tortilla en la boca y le dije que No.
Aquella noche tenía una cita con el destino: "tenía que parar, pensar y después hablar"
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